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martes, 23 de agosto de 2011

El reino de José




Cuando estoy triste le digo a José: ¡Anda, José, cuéntame de tu reino! y él alegre contesta: En nuestro reino, mi padre y madre tienen magia en su voz, borran tristeza, miedo, hambre, sed, frio ó calor. En las noches dormimos juntos y a través del techo observamos las estrellas. El guardián de nuestro reino se llama Azúcar, es fiero con los extraños, pero dulce con nosotros... un día, lo interrumpí y le dije ¡José yo quiero conocer tu reino!

Al llegar a casa, le dije a mi nana: Quiero conocer el reino de José, déjame ir, déjame ir, por favor y le di tantos besos, que al fin dijo: Está bien, después de la escuela irás con José, tendrás tres horas para conocer donde vive, cuando el tiempo acabe, te llamaré al celular y el chofer estará esperando por ti, ¡cuídate!, porque si algo te pasa, mi alma se llenará de tristeza. Nana, le dije muy serio: Estaré bien, mis padres no lo notarán, estaré dormido como siempre que regresan de trabajar.

Después de clase, José y yo caminamos rumbo a su reino, conforme nos acercábamos, observé que el vestido que usaban las personas tenía muy poco color y los zapatos tenían muchos huequitos; creo que sus pies no sufren de tanto calor como los míos. Muchos niños juegan en la calle, unos corren tras la pelota, otros se persiguen entre ellos, una niña brinca la cuerda y a cada salto cierra  los ojos, como si se dijese ¡prohibido cansarse!

De pronto nos detuvimos en una vieja vecindad, la puerta de la entrada tenía manchas color café  y las paredes parecían a punto de caer,  dude un segundo y me armé de valor, porque mi corazón tenía la ilusión de que tras esa  fachada se escondía las cosas más bellas que podría imaginar, crucé la entrada y vi un patio grande, donde había mucha ropa recién lavada, colgada en sogas.

Apenas había entrado, cuando un perro blanco de enorme nariz me ladró muy fuerte, José al instante le gritó: ¡Azúcar, es mi amigo!, su furia se convirtió en brincos de alegría. Entonces, la mamá de José apareció, me regaló un beso, nos abrazó y dijo: ¡Qué bueno que llegaron, es hora de comer!, ambos me tomaron de la mano y subimos las escaleras, hasta llegar al cuarto más alto de la vecindad.

Al fin, entré al cuarto donde vivía José, era un lugar muy pequeño, con pocas cosas: Un mueble, una mesa con cuatro sillas, una estufa, un ropero, al fondo dos camas juntas, el techo tenía algunas palos de madera que parecían sostenerlo, yo observaba asombrado, todo lo que nos rodeaba.

 Mientras la mamá de José servía la comida, llegó su padre exclamando: ¡Llegó el rey de la casa!, José saltó de su silla, corrió, lo abrazó y entre risas le dijo: ¡Mira, ha venido mi amigo a conocer nuestro reino!, su papá sonrió, me miró y dijo: ¡Bienvenido a nuestro reino!, hizo una reverencia, su mamá le guiño el ojo, me levanté y respondí: ¡gracias! y tímidamente devolví la reverencia.

Por fin, todos sentados en la mesa, dimos gracias por los alimentos. Entre risas, cantos y cuentos, pasó el tiempo, mi celular anunció la hora de marchar. Todos salieron a despedirme con muchos besos, incluso Azúcar, subí al auto y vi como desaparecía  la puerta de entrada con manchas color café, las paredes viejas, la fachada de la vecindad, los niños jugando, la calle estrecha.

Nana me recibió con alegría y preguntó: ¿Es bonito el reino de José?, a lo que respondí:
¡Nana- exclamé- el reino de José es mejor de lo que imaginé!, ella me miró con alegría y corrí a toda prisa a mi cuarto, tomé una hoja de papel,  un lápiz y comencé a escribir:

Papá y Mama:
Hoy conocí el reino de José, en él su padre y madre tienen magia en su voz, ¡en verdad  borran tristeza y miedo!, José nunca está solo, y además en las noches duermen juntos. Me encantó, el techo mágico que tienen sobre su cama, a través de él, ellos observan las estrellas. El guardián de todo se llama Azúcar,  brinca tan alto que parece tocar el cielo  y es tan dulce y cariñoso, que ya sé porque se llama así.
La mamá de José es una reina muy bella, cuando él llega de la escuela, lo abraza con mucho cariño, sus besos son tan ricos como los dulces, ¡a mí me dio un beso enorme!
Cuando llega el papá de José de trabajar, grita muy fuerte: ¡Llegó el rey de la casa!, todos corren,  se abrazan, comen juntos, ríen y cuentan  cuentos.

Papá y mamá: ¡Si tan solo tuviera un reino como el de José, sería tan feliz!